En varias lunas, la tuve que conquistar, desviar sus miradas no fue cosa de azar, fue una verdadera hazaña ganar su caricia, romper sus muros, entrar en su corazón.
Ella es de esas pocas que van silenciosas, produciendo gran ruido por donde pasan, con rostro de princesa y sonrisa de otros cielos, va iluminando días sin pensar, sin siquiera saber.
A primera vista fría, como las manos, pero ciertamente es calida y buena como una primavera, temerosa del mundo se escondió. Para hallarle, muy profundo el curioso, se inmiscuyó, sorteando la vida con sus desdichas pero al fin un día de tanto trabajar e intentar, dio fruto la semilla en su corazón y ella le miró.
Bella tanto que ni se entera, de esa belleza que solo se encuentra en reinos y cuentos antiguos, brillante con azul índigo, vive sola en su interior, incomprendida, diferente al mundo, donde solo un ángel le podría entender.
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