Había muchos días en que charlaba con el silencio, nos entendíamos bien, era compañía en las noches que nunca dormían, en las madrugadas de luna, en que me dictaba la poesía que yo escribía. El frío se aglutinaba en mi puerta, no salía porque aún quedaban muchos cuentos que llover, muchas leyendas que gritar. Muchos corazones que remecer.
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