La Realidad se escapa por entre las rendijas de la ilusión, se llega como Mesías y se termina como un trovador simple que recita versos que la gente no entiende hasta que es demasiado tarde. La verdad se volvió cobarde y eligió seguir siempre detrás de las mentiras, y como se es perezoso en el mundo de los sonsos, nadie la ve porque la mentira a menudo tiene sabor a dulce. Y lo dulce embeleza a los tontos de fresa.
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