Este mundo ya es demasiado triste y extraño para mi, he andado por ahí habitando con mi presencia, sin ser yo, sin estar presente, si alguien lo notó, no le importó en lo más mínimo. Esta tierra es demasiado dura para un ser tal sutil como lo soy. Ya no encuentro ese brillo que me adornaba la sonrisa, mis ojos pierden su serenidad y mi pecho se apreta cada vez hay destrucción o insensatez. No fui hecho para estas tierras, siempre un forastero en tierras ajenas, en un mundo incapaz de comprender mi Amor, mi esencia. Ya transito lento y con la mirada perdida, diferente incluso de lo que era diferente, ya ni la sombra queda del que fui alguna vez.
Sin embargo aún hay una sonrisa que me llena, y entre las multitudes y el caos me conmueve, me alberga y me cobija a la distancia, su solo recuerdo en mi mente me mantiene calido en un mundo demasiado frío por dentro y demasiado ardiente por fuera. Aún le busco con la mirada, para sentirme un segundo vivo y brillante, como cuando tenia fe, y le sonreía a la esperanza. Hoy nada me comprende y a nada pertenezco, más que a su sonrisa ingenua, a su sonrisa que nada sabe, que todo pretende y que todo me llena. Solo a su sonrisa, nisiquiera a la dueña de la misma, porque ella no es culpable ni conocedora de nada de este forastero.
Solamente solo, en su sonrisa persisto hoy.
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