Pensaba en una noche llegarte a conquistar, podía planear 100 mil maneras de llegarte a enamorar, pero no esperaba que tuvieras tal poder de idiotizarme, tupirme los labios, hacerme un segundo dudar. No te imaginaba tan alucinante, tan perfecta, tan terrible con el poder de mantenerme constantemente en expectativa. Cuanto me gustaste la primera vez, acaso deseé de ti un tanto más, que aquel momento fuera eterno, que la noche no acabara, que fuese eterna la jornada del primer día, para que no acabara nunca el hormigueo, la emoción, el nervio.
Fueron tus ojos los responsables, esa tarde entre tanta gente me llamaron, brillaban distantes y altaneros, fríos e inmensos… como los del desierto lejano alguna vez. Eras hermosa, no pude dejar de mirarte y de buscarte, que torpe… Pasaron los días y deseé encontrarte, para saber si aún seguías ahí, si aun parecías perfecta o si te habías marchado con la niebla, con alguna luna de abril.
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