El Día de las innumerables lágrimas
Era uno de esos extraños seres rara vez vistos. Por ese entonces tenia el don de con solo su presencia entregar calma, sus ojos contaban más de lo que sus labios decían. No importaba cuan terrible se volviese todo, siempre parecía estar en calma y sonreía… Confiaba mucho en que todo iría siempre bien. Su Sola presencia me hacia creer que podían existir los milagros. A menudo se le veía solo o no se le veía de lleno, a pesar de su soledad nunca le negó la cercanía a quien se le acercara, hablaba algo raro, a veces decía frases que dejaban pensando por mucho.
Cuando le conocí me produjo algo extraño, hablé de él por semanas y era inevitable que fuese la charla principal, comenzamos a llamar a eso “El Efecto” Él decía que era el poder de la novedad y nada más. Yo le decía que no. Como siempre él tenia razón.
Desde que le conocí, siempre se sintió lejos de todo, ajeno, él se llamaba extranjero en este mundo, tal vez lo era. Empecé a enamorarme de su sencillez, a querer saber más de su inmenso misterio, a ser feliz con su risa, tenia algo, no se que… que nadie más podría entregar. Cuando pasó el tiempo gané su confianza, tomó mi mano y me contó algunos de sus más grandes secretos. Se convirtió en mi eje. Con el tiempo nos perdimos en un mundo paralelo, nuestro, él comenzó a sentirse dentro de algo, ya no era ajeno, al menos no conmigo.
Largo tiempo duró “El efecto” pensé que seria eterno, él siempre temía que no. Tanto fue lo que fuimos que llegó a ser lo más importante. Me Confesó entonces su tremenda ilusión, me incluyó en sus más grandes sueños, yo le prometí estar siempre, le dije que juntos cambiaríamos el mundo. A través de mi, lo conoció el mundo, le amaron, su tremendo amor y paz se esparció por entre todos. La historia pintaba para hermosa.
De pronto mi vida cambió, hubo grises en mi cielo y me nublé, lloré mucho… todos faltaron, menos él. Le dije cosas injustas, por causa del dolor y el estrés, casi siempre prefirió no contestarme mucho, jamás me insultó. Pero yo le clavé cuchillos sin querer. Era un ser diferente, muy sutil, muy frágil. Cuando pasó la tormenta, él tuvo mucho que ver. Cada problema que se solucionaba, siempre estaba él. Fue mi ángel de la guarda.
Pasó el tiempo ya no me producía lo mismo, “el efecto” estaba pasando, me alejé un poco… no me di cuenta que apenas me alejé, su mirada decayó un poco, no me percaté, estaba ocupado en lo mío y no lo vi. Comenzaron días difíciles para él, yo me mantuve lejos, ocupado en mis propios entuertos. Empezó a lucir agotado, ya no estaba tan radiante. No transmitía todo ese encanto. Yo en vez de ayudarle, pensé en que ya no me llamaba la atención, jamás pensé que se había marchitado por ayudarme a mi. A nosotros. Yo iba y venia, le dejaba y retornaba, siempre estuvo ahí, me enseñó incondicionalidad, lo aprendí para todos, menos para él.
Llegó un momento en que me alejé por mucho, él empeoró, yo conocí a alguien, me gustó, comenzamos a salir, empecé a no tener tiempo. Lo dejé muy atrás. Estaba muy feliz, no me di cuenta… no quise ponerme a pensar, no quise hacerme problemas, porque todo me marchaba bien. Mientras mi héroe se estaba quebrando por dentro en un mundo muy duro para él. No lo noté.
A veces le recordaba y le buscaba, le dije que todo volvería a ser igual, que incluso hoy iría por él… nunca llegué. Me salían otros planes. Sabía que siempre estaría allí para mi, no importaba que hiciera, él no me faltaría a mi. Abusé de lo que me entregó. Pospuse y pospuse los días, y estos pronto fueron semanas y a veces meses. Le perdí el rastro, dejé de saber que ocurría con él…
De pronto un día, recibí una triste noticia, mi estrella se había apagado, su luz se había opacado para siempre, y mientras se consumía yo le dejé solo, a pesar de que siempre me llamo a gritos. Le vi entonces a lo lejos y ya no tenia el brillo en sus ojos ni la calma en su prestancia, algo había muerto en él. Sentí tristeza. Pero lo dejé así, caminar lejos… no sé bien porque razón.
Así murió la rosa más bella del mundo, él era uno de esos extraños seres que solo sufren en un lugar como este, por culpa nuestra y es divertido, que vimos como caminaba al fin y ninguno fue capaz de ir a por él… yo no fui capaz…