Soy un puto santuario. Lo he notado, me he percatado que no soy un “ser” sino un “sitio” al que se va y se viene, al que se entra y se sale a voluntad. Soy como esas iglesias tristes y algo feas, descoloridas a las que los que tienen pena o problemas acuden. Pero solo en ese momento, luego ya no se va más, no hay domingo santo ni mucho menos, que el agua bendita les sirve solo cuando se han condenado.
Soy un jodido sitio y no un ente, no un ser viviente, soy una estatua bien mona a la que se arrojan monedas esperando algún milagro, Al fin y al cabo me mola eso de ser un árbol, pero todos saben que se prefiere la selva a la ciudad… Por estos lares el árbol no hace más que tragarse las porquerías de los humanos y convertirlas en oxigeno, para dar vida.
Por esto soy un Santuario abandonado, de esos al borde del incendio, sin mucha fe y viviendo del recuerdo de antiguos héroes o alguna esperanza divertida… de esos que están mal pintados y a esos que cada cierto tiempo algún vago perdido, extraviado entra en busca de algo, sea lo que sea…
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