
La voz del pasado que domina los instintos, los bajos deseos, la rechinante palabra del fuego, quemante, asfixiante, demanda el juicio por fuerza y no por rectitud, ordena que imponga mi hoz, cegando la mentira con dolor… A precio elevado sus culpas, tendrá el vengador.
El grito del ángel negro retumba en mi interior, oscura llama que ha implantado en mi corazón resurge en cenizas, y el aullido decreta que tome mi sitio como el acusador, que desnuda al condenado a percibir su propia depravación…
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