Tenías la piel blanca, pensaba que podían faltarte unos días de playa, sin embargo sonreías preciosa sentada en tu banco con piernas cruzadas y vestido de verano en pleno invierno. A mi no me importó. Las nuestras miradas se cruzaron, tenias bellos ojos, grandes y brillantes, pero no fue aquel detalle el que me impresionó, más bien fueron tus pestañas, eran una corona en tus ojos, el adorno perfecto… pestañeabas y me embobabas, podría decir que tenias el poder de idiotizarme en un abrir y cerrar de ojos.
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