Tengo en el corazón el cansancio de días sin tregua, de noches sin alivio, y a veces siento el frío de una tierra tan carente de amor, enfriada por el egoísmo, de ese que te congela el espíritu apagando tu llama. Sin embargo sigo poniéndome en pie cada mañana no podría decirte que con más fuerzas, pero si con el ímpetu de seguir.

Espero que tus días sean brillantes y que pierdas el miedo un día, y que rompas todas esas reglas que un día te inventaron para dominarte y vueles libre por entre los vientos y las aves. Ojalá un día seas feliz.
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