Desviaste miradas con una mascara oscura, te escondiste en escondrijos y mataste tu propia realidad, renegaste de tu nombre y tu pasado por miedo a no ser suficiente, estabas tan agobiada y asustada que tu mente comenzó a refugiarse en lo que deseaba ser, tus sueños te atraparon en una red demasiado densa y atrapada en tu propia memoria inventaste recuerdos. Entre tanto las horas pasaban y tu mente se fue volviendo turbia y oscura, no tardó mucho hasta el momento en que te dominó. Entonces te creíste tus mentiras, pasaste tanto tiempo con una mascara puesta, que olvidaste quien eras y abdicaste al futuro, estancándote en un segundo irreal, en una historia que amabas narrar. Tomaste títeres y los convertiste en parte de tu obra, sin que ellos lo supieran, pero sabias en tu interior que lo hiciste porque te sentías demasiado vacía y sola.
No supiste nunca hasta donde podías llegar, todo el amor que tuviste no lo merecías, pero lo tuviste, tus mentiras y lágrimas movieron el viento y lo hicieron tornado, no lo pudiste detener, pero te metiste en la habitación del ángel y la verdad comenzó a florecer, caíste en su mirada y no podías negarle la verdad, tu propio instinto de protección te hicieron ceder lo suficiente para desvelar la venda.
Pero el Dolor que envenena se esparce, se contenta viajando por las venas, y el veneno de un pasado sin conocer, condenó tu futuro a una historia sin valor, lo que conoces y tienes hoy, no es más que la sombra de lo que es, no lo tienes tú, solo tu carácter dramático de la obra de tu mente, de tu historia bien narrada. Tu miedo te enterró viva y te suicidaste, para nacer otra vez, te colgaste una mascara y quisiste que se adhiriera a tu piel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario