Y Quizás la arena que albergó nuestra primera canción, enamoró a miles de otros torpes como nosotros que solo con verse reían de un juego que terminó por vencernos y enamorarnos. Tal vez fueron tus ojos grandes y tu sonrisa culpable, a la que me acostumbre a perdonar el mayor agravio por guapa y no por inocente o de seguro fue mi palabra el mar donde te ahogaste y murió tu maldita razón y nació tu bendita locura, que hasta el día de hoy ya nunca me abandonó.
Y a todas tus expresiones me rendí yo, a tus amaneceres majos y tus noches de furia también, mis líos no fueron balas en tu pecho, si hasta mis Delirios tú amaste, y no por muchas otras razones olvidamos de donde veníamos y en donde estábamos y comenzamos rápido a soñar a donde iríamos, tus risas adornaron mi vida, y me acostumbré a tu alegría como me acostumbré al calor del Sol en verano y a la lluvia en otoño. Y eras como esa sensación en mi ser, el escalofrío y el nervio cuando susurrabas a mi oído algún secreto, de esos que solo conoceremos y recordaremos nosotros dos.
Es que me acostumbré a tus mañas y niñerías al despertar, a tu deseo de mimos al amanecer y al dormir, aprendí a hacerte dormir segura y feliz, siempre supe como mantenerte feliz y siempre haz sabido como tenerme contento, es que me acostumbré a todas tus expresiones, gestos y cariños, a tus encantos y guiños.
Me llevo por siempre tu sonrisa y tu olor por donde quiera que ande, y tu amor me late dentro y corre mi cuerpo como la sangre no se entera, y es que te amo con una paciente prisa que te hice de mi, es que cuando yo aun no termino, tu ya empezaste…
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