No importa si es año par o impar, si este día llueve o si nevará, es que hoy puedo llorar, o reírme quien sabe, la vida muchas veces más que en 2 ocasiones, es inciertísima, sepa Dios si existe esa palabra, pero lo cierto es que no hay certeza alguna jamás, solo la posibilidad, y por esa misma razón deberíamos temer mucho menos lo que puede ser y preocuparnos tanto menos de lo que sucede hoy, porque en verdad te digo que ni tu risa más dantesca, ni tu llanto más carismático durarán toda una eternidad, eso porque debemos darnos cuenta que no importa, cual sea nuestro lío, ni que tan preocupados estemos, no importa donde suceda, como pase, con quien ocurra, ni por encima de quien pase o por debajo de quien lo haga, da igual si estas en el abismo más alto o en el cenit más profundo, porque a fin de cuentas, cuando acabe el día y estés recostado sobre tu cama, con la cabeza en la almohada, te darás cuenta, entrarás en razón de que no importa que te haya pasado, la noche igual llegó y sin duda el mañana, a la mañana siguiente amanecerá, al fin te das cuenta que nunca pasa nada, que somos anécdotas que transcurren, porque antes nos pasaron los peores dolores y creímos que no podríamos seguir, pero seguimos y hubo días que pensamos que nada podía salir mal y que éramos los más felices, pero algo si pudo salir mal y sin duda alguna vez fuimos más felices. A fin de cuentas las horas corren aunque queramos sacarle las pilas al reloj, y los días pasan aunque pensemos que se acaba el mundo, por eso no te ocupes tanto en tus mayores dolores, ni te afanes en tus alegrías sublimes, porque la vida gira y es hermosa porque no se queda quieta, nos regala el mayor regalo, la opción de arriesgarnos el todo por el todo, perderlo y al día siguiente recuperarlo con la nada que quedaba. Pues ya sabes no llores tanto, ni te rías mucho, que ya te enteras… Que Nunca Pasa Nada. Y que siempre puedes todo.
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