Solía creer que todas las cosas le sucedían a seres lejanos que uno no conoce, que al final de las cuentas siempre la vida podía ser sólo algo normal, cotidiano y nunca pasaba nada que no me esperaba. Llegué a imaginar que nunca podría ser algo más, qué las cosas increíbles siempre le sucedían a alguien más, a veces pensaba que algunas cosas sólo sucedían en películas y en cuentos de escritores idiotas que no tienen nada más que hacer, que inventar idioteces. Pero un día, entre tantas horas decidí sentarme en silencio a observar la vida, y me di cuenta que la vida me traía siempre una oportunidad, que cada segundo que transcurría estaba hecho para mi, que este mundo de alguna extraña forma conspiraba a mi favor, y me presentaba líos, problemas, soluciones, alegrías y personas simplemente para servirme, la vida gustaba de atenderme, me traía a donde fuese que estuviese, una oportunidad, una posibilidad. Y me levanté esa mañana y noté que el Sol había nacido para mi y que las nubes llovían para mi, para que yo pudiese vivir, comer y respirar, me di cuenta que el mundo, que el universo completo había sido hecho para hacerme feliz, para hacerme llorar, para mostrarme la verdad y engañarme una vez más. Todo había sido hecho para mi, y por eso cuando añoraba algo con todo mi ser, el universo parecía conspirar en favor mío, por eso siempre conseguí lo que pensé podía conseguir y por eso nunca alcancé lo que creí nunca alcanzar. Porque solo yo me puse limites, solo yo me negué más de lo que tenía y podía. Porque yo soy el universo y podía moldearlo, porque éramos UNO y nunca dejamos de serlo. Entonces abrí la puerta de mi vida y me aventé hacia el Sol, porque desde el día de hoy, conquisté cada sueño y volé por cada mar, cambié cada color y enamoré cada flor, porque me di cuenta que el universo estaba en mis manos y de mi dependería como continuaría. Y Sólo de mí dependería que tan alto yo llegaría.
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