Arriesgando de nuevo el pellejo como bandido, me subo al balcón de tus sueños y te canto la serenata que un día extravíe de mi memoria, pero como encontré el guión de la vida del protestante, recuperé la esencia del vindicador y me aventé con esmero sobre la posibilidad de conquistar aunque sean tus miradas distantes. Y como se me antoja un resto escudriñar en tu lobo interno, aúllo para que no puedas verme y solo sentirme.
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