Alucinantemente tienes el descaro de mirarme a los ojos, con tu dilatada gama de despilfarros, diciendo que te interesa el mundo y tus cercanos cuando realmente más allá de tus labios eso no persiste. Enlazada a tu silla, demasiado difícil para intentarlo, demasiado complejo para lograrlo, te has arrimado y no te haz movido un solo centímetro por los que dices amar. Porque solo te importas tu misma, no tienes otro eje que tu propia conveniencia, solo nace lo que te conviene y cuando te conviene, que conveniente sin duda.
Dices preocuparte por tu gente, pero cuando debes hacer algo por ellos, sigues ahí, donde mismo y reclamas con vehemencia en lo que tu misma fallas, de incongruente sentido es tu noble fastidio. La verdad verdadera que no miente, ni a ciegos ni muertos, es que solo te importas por ti misma, y solo eres capaz de moverte por quien te produce mucho dentro, pero solo le ayudas para que aquel que ayudas pueda satisfacerte en adelante. Y esto seguirá, hasta que no aceptes que has sido egoísta y que aún viéndolo prefieres serlo. Que loco.
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