Vaya por Dios, Tan bravuconamente triste estoy que no he visto llegar la estrella de algún norte, mandé a los pequeños a buscar ilusiones a otra parte y a los merodeadores a buscar azulejos imposibles. Tanto regatear mi mente, me terminó por demostrar lo jodidamente peligroso que se ha hecho pensar en este sobremundo, al punto que evitarlo se ha hecho conveniente. La histeria necesaria de la colectiva masa podría verse acomplejada y temerosa de perder lo imperdible si pensara más de la cuenta, pero por “fortuna” la gran parte del planeta usa menos el cerebro del mínimo requerido, lo cual seguramente evita la pandemia del sobrepensamiento.
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