A La diva antojadiza, aparecida de la nada, con aires de grandeza le cuento mis arrebatos, pero la muy desconfiada no me cree, ni los versos más pulcros, ni mis rezos más bellos. La curiosa personaje sayayin con belleza de otro planeta me atonta de a primeras, cuando me adormecía me despierta y me alborota las hormonas, con su aguda palabra me divierte y sorprende. Musa encontrada con algunos detalles alucinantes, y cumpliendo los requisitos mínimos de una de esas despampanantes. A estas deshoras me idiotiza ¾ y me mantiene despierto, belleza imperfecta de luna llena para ser entonces perfecta como musa inspiradora. Y no claro como amiga, aunque como me apetece lo hermosa y no lo amorosa, la llamo la divina encontrada.
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