
Encadenada la pequeña, se convirtió en la fuerza de la rebeldía, en la que todos miran pero nadie ve, pero solo un loco con retazos de sabiduría podría encontrar en ella la gema en la profundidad, la más preciada piedra del corazón, la bondad… El que logró ver, vio la fragilidad de la piedra, vio la lágrima perdida que añora ser escuchada. La Chica se esfumaba de los problemas porque el mundo le enseñó a huir de ellos, a reírse de lo peor, porque nadie estaba dispuesto a ver sus lágrimas, era demasiado duro, sin embargo había un terrible extraterrestre enfermo y condenado a muerte por su terrible instinto de amar, que le vio y le hizo un día una declaración. No huyas del dolor, porque ya no estarás más sola en él, pues yo quiero estar donde nadie quiere estar, quisiera estar contigo cuando lloras y cuando todo es difícil, quisiera tomar tu mano y atravesar todos los campos de espinos. Algo temerosa no decidía si tomar su mano. Pero cuando lo haga ya nunca estará sola. Porque se dará cuenta que ella tampoco era de esta tierra envenenada, ella era un raro extinto, una saturniana libre para reír, llorar y amar. Perfecta por toda su incomprensión.
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