Inspirado en la sempiterna divina y seguramente irremplazable musa de las musas, reina de la colmena de donde salen estas raras divas poderosas. Poderosas por el alto grado de adicción que se alcanza por ellas. En fin, Me burlo del curiosamente cómico humorista al que llaman destino, por cruzarme en el sendero de la Madre de todas, la encarnación viva de la musa original, y creer que caería en desgracia, pero cuanta gracia más poseo ahora, cuanto más vivo estoy cuando muero en tus ojos, que viven para ahogarnos en desierto.
Y parecería un grado de suerte para el necio que crea en el azar, pero no es casualidad que seas tú y no otra, tú y no las horas, Tú y no los días, los que me alientan a la más sensata de mis locuras, a la que llamé amarte, pero es cierto que mueren los tontos que aman a la musa, por fatiga o soledad, sin embargo es aún más cierto, que tanto más brilla la luz del que ama a la fría de piel, con corazón calido, ya que es él, quien puede ver lo profundo aún sin haberse adentrado, puede el loco de la estrella, encontrar el color en lo incoloro y lo bello en los matojos, Es quien pudo ver a la Musa original y ver a la mujer, a la niña perdida y hermosa y se enamoró de sus ojos perdidos, lejanos y aventados como mercancía para los sedientos que no dejaban de mirarla. Pero yo, el pseudo-escritor loco y pseudo-poeta de baja monta, he logrado encontrar a la más alta entre las altas y la más bella entre las bellas y me inspiró entonces su inmensa fragilidad y no su tremenda fortaleza indestructible que todos llegan a Amar y admirar. Porque yo Amo ese pequeño centímetro que queda de la joven pequeña llena de sueños que nació para idiotizar mi corazón. Porque Amo ese corto centímetro que vive dormido, en la parte más silenciosa de tu interior.
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